Llegué a Monterrey desde el Líbano, con mi marido Ibrahim y mi hijo Rashid hace ya unos treinta años. El niño era todavía muy pequeño y los primeros tiempos fueron muy duros, aprendiendo la lengua y esperando a que Ibrahim pudiese convalidar sus títulos universitarios. Una vez que se puso a trabajar ya todo fue más fácil. Y en cuanto me hice con el idioma, empecé a trabajar yo también fuera de casa.
México ha sido un país que nos ha traído muchas cosas buenas, como mi nuera Marcela, una mujer estupenda y muy divertida. Ahora que Ibrahim y yo ya estamos jubilados, podemos disfrutar de nuestro nieto Nasim y de nuestra nieta Charito. Por fin tenemos tiempo para viajar y conocer otros países del continente. ¡Nos queda todavía tanto por ver!
La mezcla de culturas es enriquecedora, no todas las familias tienen la suerte de poder quererse y tirarse los trastos a la cabeza en dos idiomas diferentes.
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Ibrahim |
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Rashid |
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Marcela |
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Charito |
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Nasim |